Diez falsos mitos sobre la comida, parte 2

En esta segunda parte de nuestro repaso sobre los falsos mitos alimentarios, nos concentraremos principalmente en las creencias relacionadas con los carbohidratos. El objetivo es, como siempre, distinguir entre lo que está científicamente fundamentado y lo que no, para desarrollar una visión más clara de nuestra relación con la comida.

Aquí encuentras la primera parte del artículo.

6. La piña quema las grasas

La piña suele asociarse a una milagrosa acción quema grasas. Pero no hay nada científico en esta creencia. Probablemente el falso mito proviene de la presencia de la bromelina, una enzima que facilita la digestión de ciertos nutrientes, entre ellos las proteínas, y que tiene un efecto positivo sobre el sistema linfático, ejerciendo una acción drenante.

El falso mito de que la piña quema grasas nos permite, en realidad, hablar de otro mito alimentario. A menudo, pensando que se está haciendo una elección saludable, se comete el error de consumir fruta en exceso y en sustitución de las comidas, muchas veces en forma de extractos llamados “adelgazantes”, en los que además se elimina la fibra. En este tipo de bebidas, los azúcares totales —incluido el fructosa— pueden llegar a los 50 gramos, es decir, el equivalente a 13-15 cucharaditas de azúcar.

Las dietas bajas en carbohidratos (low-carb) parecen funcionar al principio, porque provocan una pérdida de peso en las primeras etapas del proceso. Sin embargo, esta disminución se debe a una pérdida de líquidos y masa muscular. El cuerpo tomará las proteínas y, en lugar de utilizarlas para la regeneración muscular, las empleará para producir energía, al no tener carbohidratos disponibles.

Para establecer una dieta de rotación, GEK Lab recomienda realizar un Recaller Medical Program.

Los extractos de fruta en realidad causan un pico glucémico, con activación de insulina y una posterior hipoglucemia, que provoca hambre y deseo de consumir más azúcares.

La piña es, en cualquier caso, un alimento beneficioso, rico, además de la mencionada bromelina, en potasio, vitamina C y vitaminas del grupo B, pero debe consumirse tal cual, con sus fibras, dentro de una comida completa junto con proteínas y carbohidratos complejos.

7. Eliminar los carbohidratos hace adelgazar

Los carbohidratos son comúnmente percibidos como nutrientes que deben reducirse drásticamente para que una dieta funcione: este es uno de los falsos mitos sobre la alimentación más difíciles de erradicar.

Los carbohidratos, si se equilibran correctamente en una comida junto con proteínas, vegetales y grasas saludables, son indispensables para proporcionar un sustrato energético primario para el organismo. Para entendernos, una comida compuesta únicamente por un plato de pasta puede facilitar el aumento de peso porque estimula la secreción de insulina, provocando no solo un pico inflamatorio por azúcares (que facilita el depósito de esta energía en forma de grasas), sino también una posterior caída glucémica que genera cansancio y hambre.

Al contrario, las proteínas, las grasas y las fibras de otros nutrientes ralentizan su absorción, haciendo que la energía de ese carbohidrato se utilice de manera constante y gradual entre las comidas.

Claro, las dietas bajas en carbohidratos (low-carb) parecen funcionar al principio porque provocan una pérdida de peso al inicio del proceso. Esta disminución se debe a una pérdida de líquidos, ya que los carbohidratos retienen agua, y también a una pérdida de masa muscular: el cuerpo tomará las proteínas y, en lugar de usarlas con fines plásticos (para la regeneración muscular y la formación de enzimas), las utilizará para producir energía al no tener carbohidratos disponibles.

Además, el efecto rebote casi siempre está garantizado: tan pronto como se vuelven a consumir carbohidratos, el cuerpo tenderá a engordar y hincharse, porque habrá perdido la “afinidad glucídica”, habiendo cambiado su forma de generar energía. A menudo será necesaria una dieta de reinserción glucídica manejada de manera extremadamente precisa por especialistas.

8. Hacer dietas “sin gluten” es bueno

Desde hace varios años ha explotado la moda de las dietas “sin gluten” para adelgazar, incluso en casos donde no existe un diagnóstico de celiaquía (que, recordemos, está presente en Italia en menos del 1% de la población).

Este falso mito sobre la alimentación nace porque, en algunos casos, al consumir gluten se experimentan molestias como hinchazón abdominal y cansancio.

Sin embargo, estos son problemas de tipo inflamatorio: no es el gluten en sí, sino su consumo excesivo y repetido, típico de nuestra dieta, lo que causa problemas.

En todos los casos en que no exista celiaquía, es necesaria una dieta de rotación que gestione la ingesta de gluten a lo largo de la semana, sin excluirlo por completo.

Además, en la mayoría de los casos, los productos industriales “sin gluten” (y no aquellos naturalmente libres, como el arroz integral y la quinoa) son ricos en grasas añadidas para mejorar la palatabilidad del producto.

Al tratarse de un problema inflamatorio, la solución es la modulación de su consumo y nunca la eliminación.

9. La fructosa es una opción saludable

La fructosa es un monosacárido como la glucosa y pertenece a la categoría de azúcares simples. El azúcar de mesa clásico, la sacarosa, está compuesta en un 50% por glucosa y en un 50% por fructosa.

A diferencia de la glucosa, se absorbe a nivel hepático y, por lo tanto, tiene una menor acción inmediata sobre la glucemia y la estimulación de la insulina. Por esta razón, durante años se ha recomendado en dietas “saludables” y para los más pequeños, y probablemente por eso es uno de los falsos mitos sobre la alimentación más consolidados en la percepción popular.

Precisamente esta característica, es decir, ser metabolizado en el hígado, lo relaciona en realidad con una de las patologías más graves de estos años: la esteatosis hepática (o hígado graso), cuyas consecuencias pueden ser también serias. Claro, la medición clásica de la glucemia en ayunas no refleja su acción, pero la fructosa produce igualmente inflamación por azúcares, actuando sobre el incremento del metilglioxal, un radical libre, extremadamente oxidante, que favorece la resistencia a la insulina.

10. Los chicles con xilitol son buenos para los dientes y no tienen efectos secundarios.

El xilitol es un edulcorante que pertenece a la categoría de los polioles (como el manitol, sorbitol, eritritol), es decir, alcoholes complejos.

Que actúe, aunque sea de manera indirecta, en la prevención de las caries no es un mito falso, ya que las bacterias que las causan son voraces de azúcares y no de polioles.

Como todos los demás edulcorantes, se utiliza con soltura en productos “bajo en azúcar” o “sin azúcar” ya que, en comparación con el azúcar clásico, aporta una cantidad calórica insignificante.

¿Cuál es el problema? El xilitol crea resistencia a la insulina porque incrementa directamente la inflamación por azúcares, al igual que el fructosa, elevando los niveles de metilglioxal.

Un consumo excesivo de polioles también provoca una alteración de la flora bacteriana intestinal con efectos laxantes (como está bien documentado en los envases de chicles o en las latas de refrescos).

Conclusión

Al final de este viaje por los falsos mitos sobre la alimentación, no nos queda más que reafirmar lo ya adelantado en la primera parte: si bien no existen trucos mágicos ni atajos para ponerse en forma de manera equilibrada y duradera, tampoco es necesario recurrir a restricciones innecesarias.

Conocer con exactitud cuál es el propio perfil alimentario e implementar una dieta de rotación personalizada permite modular la inflamación y evitar dietas hipocalóricas improvisadas, que eliminan nutrientes fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.

A través de la realización del programa médico PerMè (que evalúa la inflamación tanto por azúcares como por alimentos) es posible identificar qué alimentos consumidos en exceso deben ser modulados en la propia alimentación.

Conocer cuál puede ser la causa de la dificultad para perder peso y contar con una guía personalizada sobre las respuestas inflamatorias individuales, indicada en el informe del PerMè Medical Program, puede ser la estrategia ganadora para recuperar la forma física y, al mismo tiempo, potenciar el propio sistema inmunitario.

A cargo de la Redacción Científica de GEK Lab

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