Deterioro cognitivo y Alzheimer: atención al consumo de azúcar.

A lo largo de las décadas, la percepción sobre los efectos del azúcar en la salud mental ha experimentado una evolución sorprendente. En el pasado, el azúcar se consideraba a menudo un aliado de la concentración y la memoria (algunos quizás recuerden un anuncio que proclamaba: “el azúcar tiene cerebro”). Sin embargo, investigaciones recientes han puesto de relieve la otra cara de la moneda: el papel del consumo excesivo de azúcares en la aparición del Alzheimer y el deterioro cognitivo.

El Alzheimer, una forma de demencia progresiva, representa uno de los desafíos más urgentes para la salud global. El Alzheimer se manifiesta inicialmente con leves pérdidas de memoria y evoluciona gradualmente con dificultades cognitivas, desorientación en el tiempo y el espacio, cambios en el comportamiento, pérdida de autonomía y, finalmente, la incapacidad de reconocer a familiares y amigos.

Si bien antes se atribuía esta enfermedad principalmente a factores genéticos y al envejecimiento, hoy sabemos que el estilo de vida y la alimentación desempeñan un papel crucial en su desarrollo.

La glicación, es decir, el proceso mediante el cual los azúcares en exceso se unen de forma irreversible a las proteínas u otros compuestos biológicos, facilita la formación de placas de beta-amiloide, una proteína cuyo acumulación está asociada al Alzheimer.

Para prevenir los riesgos de deterioro cognitivo, recomendamos medir los niveles de glicación a través del Glyco Medical Program

¿Azúcares: amigos o enemigos del cerebro?

El azúcar, en particular la glucosa —una de las moléculas que componen los azúcares— desempeña un papel fundamental en el sostenimiento de las funciones cerebrales. El cerebro requiere un suministro constante de glucosa para su metabolismo energético y para alimentar procesos cruciales como la memoria, el aprendizaje y otras funciones cognitivas. Mantener niveles adecuados de glucosa en sangre es, en definitiva, esencial para el correcto funcionamiento del cerebro. Sin embargo, es importante mantener un equilibrio en su consumo, evitando excesos que podrían conducir a problemas de salud muy serios.

Además de un mayor riesgo de desarrollar obesidad y diabetes, estudios recientes han relacionado el alto consumo de azúcares simples, como la fructosa y la glucosa, con un aumento en la probabilidad de desarrollar Alzheimer y deterioro cognitivo. Pero, ¿cuál es el mecanismo detrás de esta relación?

El Papel de los Azúcares en la Aparición del Alzheimer

Uno de los principales factores es la inflamación crónica de los tejidos encefálicos, conocida como neuroinflamación, que se produce como respuesta al consumo excesivo de azúcares y sustancias afines.

La glicación —es decir, el proceso mediante el cual los azúcares en exceso se unen de forma irreversible a proteínas u otros compuestos biológicos— favorece la formación de placas de beta-amiloide, una proteína cuyo acumulación está asociada con el Alzheimer. Estos depósitos interfieren con la transmisión de los impulsos nerviosos entre neuronas y causan daños en los tejidos cerebrales, facilitando la formación de los llamados “ovillos neuronales” que provocan el deterioro cognitivo. El efecto a largo plazo de este proceso da lugar a las alteraciones de la memoria típicas de esta enfermedad degenerativa.

Una investigación reciente (publicada en marzo de 2022 en el Journal of Alzheimer Disease) explica además que la proteína Tau 181, una de las sustancias que favorece el depósito de beta-amiloide, es activada por el metilglioxal.

El metilglioxal, o MGO, es una sustancia de la que hablamos con frecuencia. Se trata de una de las moléculas oxidantes más potentes y dañinas, cuyos niveles aumentan en relación con el consumo excesivo de azúcares, carbohidratos complejos, polioles (los edulcorantes más comunes) y alcohol.

Por último, el consumo elevado de azúcares puede conducir a la llamada resistencia a la insulina cerebral, de forma similar a lo que ocurre en la diabetes tipo 2. La insulina es esencial para el funcionamiento óptimo del cerebro, ya que regula la disponibilidad de glucosa y promueve la plasticidad sináptica, un proceso clave para el aprendizaje y la memoria. Por esta razón, el Alzheimer es cada vez más conocido como “diabetes tipo 3”.

¿Pero cuánto influye la predisposición genética? Tener antecedentes familiares de la enfermedad tiene su peso, pero, como solemos decir, “tus genes no son tu destino”. Ya un estudio publicado en 2001 en JAMA evidenciaba cómo el estilo de vida, y en particular la alimentación, tienen una influencia muy significativa en este sentido, llegando incluso a triplicar la incidencia de la enfermedad en grupos con similitud genética.

Qué hacer para prevenir el Alzheimer y el deterioro cognitivo

Como hemos explicado, la presencia de altos niveles de metilglioxal en circulación puede considerarse una especie de alarma para la acumulación posterior de amiloide y, por lo tanto, para el desarrollo del Alzheimer.

Conocer el nivel propio de metilglioxal y detectar anticipadamente niveles elevados de glicación en el organismo permite a cada individuo tomar medidas preventivas a tiempo contra la degeneración neuronal, especialmente si existe antecedentes familiares de la enfermedad. 

Glyco Medical Program mide los niveles de Metilglioxal y Albúmina Glicada en circulación y ofrece una evaluación del perfil individual de glicación. El informe médico que acompaña los resultados del producto permite diseñar un programa nutricional personalizado que regule la cantidad diaria de azúcar, alcohol y fruta, con el fin de volver, si fuera necesario, a una condición de normalidad.

La prevención (también) en la mesa

Si los niveles de MGO resultan altos, además de controlar la ingesta diaria de azúcares, se pueden adoptar prácticas nutricionales saludables:

  • Consumir alimentos ricos en ácidos grasos Omega 3 (como pescado graso, nueces y semillas de lino), que aportan a las células cerebrales un componente estructural clave de sus membranas.
  • Consumir alimentos ricos en sustancias antioxidantes, que contrarrestan el estrés oxidativo causado por el metilglioxal, como por ejemplo los flavonoides, que además mejoran el flujo sanguíneo al cerebro (se encuentran en abundancia en frutas y verduras coloridas y en un buen chocolate negro con cacao al 85% o más).
  • Consumir fuentes de magnesio, mineral esencial involucrado en la transmisión de señales nerviosas. Son ricos en magnesio los frutos secos, semillas oleaginosas, legumbres, verduras de hoja verde oscuro, chocolate negro y pescado.

Factores genéticos y estilo de vida

Es noticia reciente (y ha sido cubierta también por importantes periódicos nacionales) el descubrimiento de una configuración genética particular que puede proteger contra el deterioro cognitivo. La fibronectina es una proteína que responde al estado inflamatorio facilitando la deposición de sustancia amiloide y favoreciendo el desarrollo del Alzheimer. Algunas personas poseen un gen que impide dicha deposición, jugando un papel protector frente al Alzheimer. Esta variación genética impediría el paso, desde el torrente sanguíneo hacia las células cerebrales, de las sustancias que, bajo el estímulo de la inflamación, se agrupan de manera anormal formando las placas de amiloide.

Mientras esta descubrimiento recibe más confirmaciones y pueda tener posibles aplicaciones terapéuticas, es fundamental mantener un estilo de vida sano y consciente, que controle la inflamación y la glicación, y que aleje el riesgo de Alzheimer mediante la alimentación, la actividad física y una vida cotidiana rica en estímulos intelectuales y cognitivos.

A cargo de la Redacción Científica de GEK Lab

Articoli correlati