
La tiroides es una glándula endocrina situada en la parte anterior del cuello, justo debajo de la base de la garganta, que produce hormonas indispensables para la regulación del consumo energético del organismo.
A pesar de su pequeño tamaño, desempeña un papel crucial en el control del metabolismo (y por lo tanto en la regulación del aumento y la pérdida de peso), del crecimiento, del desarrollo, así como en la regulación de la energía y la fatiga.
Indicadores de salud de la tiroides
En la evaluación de la salud de la tiroides, se miden comúnmente varios indicadores para determinar el funcionamiento óptimo de la glándula tiroidea e identificar posibles disfunciones.
Niveles de hormonas tiroideas: Esto incluye la medición de los niveles de hormonas tiroideas en sangre, entre ellas la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3). Existen pruebas específicas para la T4 total, la T4 libre (FT4), la T3 total y la T3 libre (FT3). Estas hormonas son esenciales para regular el metabolismo y otras funciones corporales.
Las enfermedades de la tiroides pueden afectar a personas de todas las edades, aunque algunas condiciones son más comunes en determinados grupos demográficos. En el caso de hipertiroidismo o hipotiroidismo autoinmune, la evaluación de la inflamación causada por los alimentos representa un punto importante en el tratamiento.
TSH (Hormona Estimulante de la Tiroides): La TSH es una hormona producida por la glándula pituitaria que estimula la tiroides para producir T4 y T3. Niveles elevados de TSH generalmente indican hipotiroidismo, mientras que niveles bajos pueden indicar hipertiroidismo o un uso excesivo de hormona sustitutiva de Levotiroxina.
Anticuerpos anti-tiroideos: Estas pruebas detectan la presencia de anticuerpos producidos por el sistema inmunitario que atacan la tiroides, como los anticuerpos anti-tiroperoxidasa (anti-TPO) y los anticuerpos anti-tiroglobulina (anti-TG).
Se utilizan para diagnosticar condiciones autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto y la enfermedad de Graves, para la cual también es necesario investigar los anticuerpos anti-receptor de TSH (llamados anti-TRAB).
Enfermedades y disfunciones de la tiroides
Las enfermedades de la tiroides pueden afectar a personas de todas las edades, aunque algunas condiciones son más comunes en determinados grupos demográficos.
Las enfermedades de la tiroides pueden manifestarse de muchas formas, pero las más frecuentes incluyen el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, la tiroiditis de Hashimoto y la enfermedad de Graves.
Hipertiroidismo: Esta condición ocurre cuando la tiroides produce cantidades excesivas de hormonas tiroideas. Entre los síntomas comunes se encuentran irritabilidad, pérdida de peso, aumento de la frecuencia cardíaca y ansiedad. Esta condición es más común en mujeres que en hombres.
Hipotiroidismo: Por el contrario, el hipotiroidismo ocurre cuando la tiroides no produce cantidades suficientes de hormonas tiroideas. Los síntomas pueden incluir fatiga, aumento de peso, sensación constante de frío y depresión.
El hipotiroidismo también es más común en mujeres y se vuelve más frecuente con el avance de la edad.
Tiroiditis de Hashimoto: Esta es una forma común de hipotiroidismo causada por una condición de inflamación inmunológica que conduce a una regulación alterada de la producción hormonal de la tiroides.
El sistema inmunitario provoca una inflamación crónica que afecta progresivamente la función de la glándula.
Los síntomas pueden variar de leves a graves e incluyen fatiga, aumento de peso, hinchazón en el cuello y piel seca.
Enfermedad de Graves (o Enfermedad de Basedow): Esta es una de las causas más comunes de hipertiroidismo y ocurre cuando el sistema inmunitario produce anticuerpos que estimulan en exceso la tiroides, causando una producción excesiva de hormonas tiroideas. Los síntomas incluyen pérdida de peso, irritabilidad, palpitaciones cardíacas, ojos saltones (oftalmopatía de Graves) y bocio.
La tiroiditis de Hashimoto y la enfermedad de Graves afectan mayormente a las mujeres, a menudo durante la edad adulta. Aunque pueden ocurrir a cualquier edad, son más comunes entre los 30 y 50 años, especialmente en presencia de una predisposición genética.
Qué hacer en caso de tiroiditis: el papel de la inflamación
El BAFF, acrónimo de “factor activador de células B”, es una citocina inflamatoria producida por nuestro organismo y desempeña un papel fundamental en la regulación del sistema inmunitario y en la producción de anticuerpos.
Sin entrar en demasiados detalles, niveles elevados de BAFF pueden estar asociados con condiciones autoinmunes, como la tiroiditis de Hashimoto.
Sabemos que la inflamación causada por los alimentos provoca un aumento (y, sobre todo, un mantenimiento no fisiológico en niveles elevados) del BAFF, por lo que, en el caso de hipertiroidismo o hipotiroidismo autoinmune, la evaluación de la inflamación por alimentos representa un punto importante en el tratamiento.
Investigaciones recientes también han demostrado que una alteración en el metabolismo de los azúcares, como la prediabetes o la diabetes tipo 2, provoca una alteración en la función tiroidea, reduciendo los valores de FT3 y FT4 y facilitando el aumento del TSH.
Se ha observado que el reequilibrio de la glicación y del metabolismo de los azúcares, así como la reducción de la resistencia a la insulina, conduce a una mejora significativa de la función tiroidea.
Por estas razones, en caso de enfermedades de la tiroides siempre deben estudiarse también los niveles de BAFF, el perfil alimentario personal y los niveles de glicación, los cuales están fuertemente relacionados con la disfunción de la glándula.
Esto puede realizarse a través del Programa Médico PerMè, que, midiendo los niveles de inflamación causados por alimentos y azúcares, permite definir un plan alimentario personalizado que puede contribuir al control o incluso a la recuperación de las tiroiditis.
Hipotiroidismo subclínico
El TSH a menudo puede volver a la normalidad sin necesidad de terapia.
El apoyo con algunos aminoácidos y minerales (en particular yodo y selenio), además del control de la glicación, siempre es beneficioso para la recuperación de la tiroides.
Hay situaciones en las que los síntomas son significativos y se debe actuar con la pronta administración de hormona tiroidea. Sin embargo, muchas veces, si no hay síntomas y la tiroides sigue funcionando bien, sin causar nódulos y con valores aceptables de hormonas, es mejor esperar y evaluar la posible evolución espontánea de la situación, apoyando la función tiroidea mediante una alimentación personalizada y con suplementos naturales que actúen sobre la glicación y reduzcan los niveles de inflamación.
A cargo de la Redacción Científica de GEK Lab