
En los últimos años, las investigaciones científicas han destacado la importancia de la alimentación en la prevención y el tratamiento del cáncer. En particular, el efecto de los azúcares sobre el desarrollo y la progresión de las enfermedades oncológicas ha ganado atención.
Los azúcares, a través de fenómenos como la glicación y la glicosilación, pueden favorecer la creación de un “escudo protector” alrededor de las células tumorales, haciéndolas lamentablemente más resistentes tanto al sistema inmunológico como a los tratamientos oncológicos tradicionales.
Un enfoque nutricional específico, que incluya el control de la glicación, el ayuno corto y la reducción de los picos glucémicos, podría por lo tanto mejorar la eficacia de los tratamientos contra el cáncer y apoyar a los pacientes oncológicos de una manera más completa.
Los azúcares, a través de fenómenos como la glicación y la glicosilación, pueden favorecer la creación de un “escudo protector” alrededor de las células tumorales, lo que lamentablemente las hace más resistentes tanto al sistema inmunológico como a los tratamientos oncológicos tradicionales.
La influencia de los azúcares en el cáncer y el “escudo azucarado”
El exceso de azúcares en la sangre desempeña un papel crucial en el desarrollo y la progresión de los tumores, principalmente a través de los procesos de glicación y glicosilación. La glicación, que es una reacción química no mediada por enzimas, ocurre cuando los azúcares circulantes se unen a proteínas, enzimas, ARN, ADN y lípidos, alterando su estructura. Este fenómeno, junto con la glicosilación —que sí es mediada por enzimas— contribuye a formar un “escudo azucarado” alrededor de las células tumorales. Este escudo hace que las células malignas sean menos vulnerables al ataque del sistema inmunológico y reduce la eficacia de las terapias oncológicas, como la quimioterapia, que tiene dificultades para penetrar la barrera protectora.
El exceso de azúcares favorece el crecimiento y la supervivencia de las células tumorales, ya que estas utilizan la glucosa para alimentar su metabolismo, volviéndose cada vez más resistentes a los tratamientos. Intervenciones específicas para reducir la glicación, como el control de los niveles glucémicos, podrían así restaurar la sensibilidad de las células tumorales a la quimioterapia y a otros tratamientos, mejorando la eficacia de las terapias. Evidencias recientes sugieren que reducir el exceso de azúcares e inhibir la glicación podría representar una estrategia terapéutica complementaria, aumentando la vulnerabilidad del tumor y favoreciendo la respuesta a los tratamientos oncológicos.
Estudios recientes, como el publicado en Science Translational Medicine (2021) y en Science Signaling (2022), confirman que el exceso de azúcares facilita la formación de este “escudo azucarado” y puede reducir la eficacia de muchas terapias antitumorales. Estos estudios destacan la importancia de monitorear y modular la ingesta de azúcares en la dieta para mejorar la respuesta a los tratamientos oncológicos.
El ayuno corto como aliado de la quimioterapia
El ayuno corto (como también el ayuno intermitente en cierta medida) es un enfoque alimentario que implica ciclos alternos de abstinencia de comida y alimentación regular. La modalidad más común consiste en periodos de ayuno que varían generalmente desde unas pocas horas hasta un día completo. Entre las distintas formas de ayuno corto, la más habitual es la de al menos 16 horas sin ingerir alimentos, generalmente omitiendo la cena y realizando un desayuno completo a la mañana siguiente. Esta rutina debería repetirse dos o, como máximo, tres días por semana.
Durante los periodos de ayuno corto, el cuerpo experimenta una serie de cambios metabólicos beneficiosos, como una reducción significativa de los niveles de azúcar en sangre y la producción de cuerpos cetónicos. Los cetonas son moléculas que el cuerpo genera cuando utiliza las grasas como fuente de energía en lugar de los carbohidratos, y poseen efectos antiinflamatorios que pueden ser útiles en el tratamiento del cáncer.
Además, el ayuno corto ayuda a reducir los picos glucémicos, disminuyendo la inflamación y la producción de moléculas proinflamatorias, factores que podrían favorecer el crecimiento tumoral. El ayuno intermitente también mejora la sensibilidad a la insulina, promoviendo un metabolismo más equilibrado y reduciendo el exceso de glucosa disponible para las células tumorales.
Estudios recientes, como el publicado en Biomedicines (2020), han demostrado que el ayuno puede reducir los efectos secundarios de la quimioterapia, como la toxicidad renal, y aumentar la eficacia de los medicamentos. Por ejemplo, algunos estudios han indicado que reducir la ingesta calórica y realizar ayuno durante 2 a 3 días antes o después de la quimioterapia puede mejorar la respuesta del paciente a los tratamientos, limitando al mismo tiempo el daño a los tejidos sanos. La integración de esta práctica con la quimioterapia podría representar, por lo tanto, una estrategia nutricional prometedora capaz de optimizar los resultados terapéuticos.
Prevención: un enfoque nutricional para reducir el riesgo de cáncer
Además de sus efectos terapéuticos, una alimentación equilibrada desempeña un papel fundamental en la prevención del cáncer. Las directrices de prevención oncológica, actualizadas recientemente, recomiendan un control riguroso de los factores metabólicos, en particular para mantener un equilibrio glucémico saludable y reducir la inflamación crónica.
Aquí tienes algunas recomendaciones prácticas para reducir el riesgo de desarrollar cáncer:
- Controlar el peso y sus fluctuaciones: Es fundamental mantener un peso corporal saludable y reducir el exceso de tejido adiposo, ya que este puede contribuir a la inflamación y al aumento de los niveles de insulina, factores de riesgo para muchas formas de cáncer.
- Ejercicio físico regular: Se recomienda realizar al menos 150–300 minutos de actividad física moderada por semana o 75–150 minutos de ejercicio intenso.
- Adoptar hábitos alimentarios saludables: Es importante consumir una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres, limitando la ingesta de carnes rojas, alimentos procesados, bebidas azucaradas y alcohol.
Monitorear la inflamación y la glicación: Productos específicos como el Glyco Medical Program o el PerMè Medical Program permiten controlar los niveles de inflamación y glicación, ofreciendo una oportunidad adicional para personalizar la dieta y el tratamiento.
Conocer los propios niveles de glicación e inflamación
Un aspecto fundamental del enfoque nutricional en oncología es la posibilidad de monitorear los propios niveles de glicación e inflamación. Los productos personalizados para medir las sustancias glicantes y los marcadores inflamatorios ofrecen una herramienta útil para definir planes nutricionales a medida. En varios centros oncológicos, ya se reconoce el valor de un enfoque integrado que combina nutrición y terapia oncológica para optimizar los resultados y apoyar la respuesta del organismo durante los tratamientos.
Conclusiones
El papel de la nutrición en la lucha contra el cáncer es cada vez más evidente, con estudios que demuestran cómo un control específico de los azúcares, la gestión de la glicación y la integración de prácticas como el ayuno corto e intermitente pueden tener efectos positivos en el tratamiento de los tumores. La capacidad de reducir la inflamación y mejorar el metabolismo de los azúcares ofrece un apoyo importante a las terapias oncológicas tradicionales, como la quimioterapia.
Además, al monitorear los niveles de glicación e inflamación, es posible personalizar aún más la alimentación y optimizar la eficacia de los tratamientos. La combinación de nutrición, prevención y terapias oncológicas representa una frontera prometedora para mejorar la calidad de vida de los pacientes y potenciar las opciones terapéuticas disponibles.
GEK Lab y otros laboratorios especializados ofrecen productos avanzados para la medición de los parámetros de glicación e inflamación, proporcionando herramientas valiosas para un enfoque personalizado que ayude a los pacientes a obtener el máximo beneficio de las terapias oncológicas y a mejorar su salud general.
A cargo de la Redacción Científica de GEK Lab
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