
La enfermedad de Crohn (también conocida con el nombre ya en desuso de Morbo de Crohn) es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica (EII, del inglés Inflammatory Bowel Disease) que puede afectar a todo el tracto gastrointestinal, aunque presenta una especial predilección por las partes finales del intestino, es decir, el íleon y el colon.
Los principales síntomas del Crohn incluyen dolores abdominales, diarrea persistente, fatiga, pérdida de peso y, a menudo, malabsorción y complicaciones extraintestinales.
Pero, ¿qué ocurre realmente en el cuerpo de una persona afectada por Crohn? Y, sobre todo, ¿cómo podemos afrontar la enfermedad de Crohn no solo con medicamentos, sino también mediante una evaluación documentada de las causas asociadas a la enfermedad, considerando también la alimentación, la inflamación y la glicación?
Crohn: una respuesta inmunitaria e inflamatoria también alimentaria
La enfermedad de Crohn suele tratarse con medicamentos inmunosupresores o biológicos, fundamentales para el control de la fase aguda y seleccionados de manera adecuada también con el fin de intentar evitar las recaídas a lo largo del tiempo.
Estudios y observaciones clínicas muestran que un consumo repetitivo o excesivo de ciertos alimentos (que varían según los hábitos alimentarios) está fuertemente relacionado con la aparición de la enfermedad y puede, de forma individual, empeorar los síntomas del Crohn, especialmente en personas con disbiosis intestinal o una barrera mucosa alterada.
Sin embargo, es importante entender que la inflamación crónica del Crohn es, a menudo, una respuesta defensiva y no necesariamente un error del sistema inmunitario.
El cuerpo, de hecho, puede activar una inflamación persistente en respuesta a estímulos alimentarios repetitivos o excesivos, como ocurre, por ejemplo, con una dieta rica en alimentos industriales y ultraprocesados, azúcares simples, en la que se consumen ciertos alimentos de forma repetitiva (como por ejemplo el trigo y los lácteos en Europa, o el arroz y la soja en Oriente).
En este escenario, el Crohn representa una importante señal de alarma, que indica un desequilibrio a nivel intestinal, inmunológico y metabólico.
Papel de la alimentación en la enfermedad de Crohn
Uno de los aspectos más debatidos en la gestión de la enfermedad de Crohn es el papel de la alimentación. Estudios y observaciones clínicas muestran que el consumo repetitivo o excesivo de ciertos alimentos (que varían según los hábitos alimentarios) está fuertemente relacionado con la aparición de la enfermedad y puede empeorar individualmente los síntomas del Crohn, especialmente en personas con disbiosis intestinal o una barrera mucosa alterada.
Esto se debe a que la ingesta repetida de determinados alimentos conduce al desarrollo de una inflamación constante, aunque sea de bajo grado, lo que predispone tanto a la aparición de la enfermedad como al empeoramiento de sus síntomas.
No se trata de demonizar estos alimentos en absoluto, sino de modular la carga alimentaria según el perfil alimentario individual. En muchos casos, el problema no es el alimento en sí, sino su consumo repetido en un organismo ya inflamado.
El perfil alimentario individual, que señala el nivel de inflamación causada por los alimentos presentes en el organismo e indica con precisión cuáles son los grupos alimentarios consumidos en exceso, es evaluado por el Recaller Medical Program y el PerMè Medical Program.
En base a los resultados obtenidos, se pueden establecer recomendaciones nutricionales personalizadas que permiten reducir considerablemente los aspectos inflamatorios intestinales.
La inflamación debida al consumo repetitivo de ciertos alimentos (definidos siempre de forma individual) y los efectos de la glicación (relacionada con la ingesta de azúcares y sustancias similares) provocan además alteraciones del microbiota que, a su vez, son proinflamatorias.
Esto significa que, si no se controlan la glicación y la inflamación, el apoyo con prebióticos o postbióticos corre el riesgo de no tener un efecto terapéutico.
Enfermedad de Crohn y glicación: un vínculo a menudo ignorado
Un aspecto menos conocido, pero crucial en la gestión de la enfermedad de Crohn, es el de la glicación. Este proceso ocurre cuando los azúcares en exceso se unen a proteínas, enzimas, ADN y lípidos, formando los llamados AGEs (productos finales de glicación avanzada, por sus siglas en inglés). Estas moléculas favorecen la inflamación, el estrés oxidativo y el daño tisular, agravando las condiciones ya frágiles de la mucosa intestinal en los pacientes con Crohn.
Un organismo ya glicado es más reactivo, menos resiliente y más propenso a desarrollar o intensificar los síntomas del Crohn. La glicación puede representar un factor agravante silencioso, responsable de empeoramientos clínicos inexplicables incluso en períodos aparentemente estables.
Cómo manejar la enfermedad de Crohn: un enfoque integral
El manejo de la enfermedad de Crohn no puede limitarse únicamente a la supresión de la inflamación mediante fármacos. Es fundamental construir un enfoque sistémico que incluya la modulación de la alimentación, el apoyo al microbiota intestinal, el control de la glicación y la evaluación objetiva de la carga inflamatoria.
Desde el punto de vista nutricional, una dieta con bajo índice glucémico y antiinflamatoria, que respete de forma rotativa la ingesta de los alimentos identificados en el perfil alimentario individual, puede contribuir a reducir el ruido de fondo inflamatorio. Suplementaciones específicas con glutamina, zinc, vitamina D, polifenoles y probióticos seleccionados pueden fortalecer la barrera intestinal y mejorar la resiliencia del sistema inmunológico.
Un elemento distintivo es el uso del Glyco Medical Program de GEK Lab, un protocolo diagnóstico innovador que permite medir de forma objetiva el nivel de glicación sistémica e identificar un posible estado inflamatorio latente. Esta información permite al médico personalizar la intervención en base a datos concretos, mejorando la eficacia de las estrategias nutricionales y complementarias en el paciente con Crohn.
Conclusión: escuchar al Crohn, no solo tratarlo
La enfermedad de Crohn no es solo una patología que deba ser contenida, sino también una señal de alarma del organismo que debe ser correctamente interpretada. Es el reflejo de un sistema en desequilibrio, que reacciona ante una carga inflamatoria a menudo subestimada.Intervenir sobre la inflamación alimentaria, reduciendo la glicación, la disbiosis, la sobrecarga alimentaria y el estrés oxidativo, significa brindar apoyo al organismo en su proceso de curación o, al menos, de mejora clínica. Esto permite atenuar los síntomas y reducir la necesidad de intervenciones agresivas, ayudando al control de la enfermedad y favoreciendo una remisión más estable y duradera.
Elaborado por la redacción científica de GEK Lab.
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